viernes, 27 de enero de 2012

ERES MI ESCUDO Y MI SALVACION



Tú eres mi escudo y mi gloria (Sal 3, 4).— Sin escudo me expongo a la herida mortal, pero sin gloria sucumbo al hastío, que es peor. Aunque arriesgada e incierta, prefiero la belleza a la seguridad, pues la vulgaridad de nuestro mundo pragmático abotarga el alma y le corta las alas.

Sin escudo, la vida se infesta de peligros, pero sin la gloriosa hermosura de Dios los escudos humanos se vuelven cárcel.

“Orando en todo tiempo con toda oración y súplica en el Espíritu, y velando en ello con toda perseverancia y súplica por todos los santos” - Efesios 6:18. La oración continua en el Espíritu nos hace vigilantes. Esta es nuestra línea de comunicación directa con Dios y es reforzada por acción de gracias y alabanza.

Dios nos equipa con su armadura no sólo para que podemos defender nuestra postura en la lucha, sino que también podemos tener la victoria en Jesucristo. Amén Dlb
Hna. María Cardenales.

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